De mis dolores, unos pocos son míos
y los atros de la humanidad.
Por algunos sueños que he tenido
sé, así mismo, que he amado.
Como pájaro caído del cielo,
entre las olas, medio ahogado…
Todavía en el aire y en la luz
un ala se alza sobre el mar.
¿Conocerá alguno que he vivido
por el viento recluido bajo mi canto?
Por los terrores que en mí han nacido,
¿se podría decir que he sido cobarde?
Y por un gozo vago y oculto,
¿he consentida en ser mandado?
Ya no sé si soy yo mismo
o esta gente y estos viejos campos.
En este hablar que avivo
no sé lo que he dicho que ya ha pasado.
Una cosa es lo que yo creo
y otra lo que me ha de llegar.
Cuando de veras venga la muerte
será mi única verdad.
La miranda